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POr QUÉ

[Guillermo Sabariegos]

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Tal vez sea la pregunta más importante y la que aporte sentido a todo esto.

Y reconozco que no es fácil de responder. 

 

Hay algo que tengo muy claro: la fecha de inicio. 15 de julio de 2016. El origen de '15.716'.

Visitaba Berlín, una mañana, y me acerqué hasta el campo de concentración de Sachsenhausen. A poco más de una hora de la capital es sorprendente cómo la realidad  histórica de la ciudad cobra sentido y se une, como si de piezas de puzzle se tratase, a lo que ya había visto en la ciudad. Recuerdo que caminaba por las calles de Oranienburg, en un día gris y lluvioso, cuando me topé con su entrada al final de una larga avenida rodeada de casas bajas a ambos lados de las aceras. Sin saber por qué, en ese mismo momento empecé a ser consciente de que aquella visita iba a ser un punto de inflexión en aquel viaje.

A lo largo de un camino de arena, en el que fotografías en blanco y negro parecen ponerte en antecedente de lo encontrarás a escasos metros, el estómago comienza a cerrarse y percibes cómo la energía de las personas que te acompañan empieza a transformarse. En hierro negro forjado una puerta con la reseña 'Arbeit Macht Frei' ('El trabajo os hará libres') da la bienvenida al campo. E inmediatamente al pasar por ella: silencio. No fui capaz de percibir nada más durante todo el tiempo que puede permanecer allí.

Un sobrecogimiento que pocas veces había sentido. Tanto fue así que, en un momento determinado, decidí entrar a recuperar el aire en una de las exposiciones permanentes dentro de un pabellón del campo. Esa decisión fue el punto clave que originó todo.

Paseando entre las vitrinas de cristal, con infinidad de objetos conservados en su interior, una fotografía en blanco y negro me llamó poderosamente la atención. La imagen de un muchacho que apenas llegaría a los 20 años, pero con unos ojos grandes y brillantes que se convertían en los protagonistas de la imagen. Colgado a su lado un triángulo rosa, deshilachado y manchado. Y justo debajo, un nombre: 'HANS S.'. Sin saber por qué, empecé a pensar en la cantidad de cosas que esos ojos habrían visto allí mismo mientras yo seguía ahí, delante de él, 84 años después de la apertura del campo de Sachsenhausen, mirando su fotografía. La cantidad de historias que escondería detrás, algunas conocidas y otras que calló en secreto y nunca nadie supo.

 

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Y entonces surgió una sensación. Realmente sentí como si aquellos ojos en los que había clavado los míos me empujasen a escribir una historia basada en aquel desconocido muchacho.

Me senté en uno de los bancos que había dentro y comencé a anotar ideas en la parte de atrás del folleto que nos habían entregado a la entrada del campo. Todavía hoy lo conservo. Infinidad de palabras, ideas, tachones y flechas que trataban de conectar una historia.            Fui recorriendo las diferentes salas de las exposiciones tratando de apuntar toda la información que podía en aquel folleto al que cada vez le quedaban menos huecos en blanco. El resto de días continué escribiendo escenas, que sorprendentemente fluían solas, en un viejo cuaderno que acostumbro a llevar cuando viajo. Desde entonces han pasado cuatro largos años.

Años en los que no he dejado de escribir, revisar y volver hacer anotaciones sobre ideas que seguían viniendo a mi cabeza. Incluso dirigiendo otros montajes, la mente siempre estaba puesta en aquel texto sobre la Alemania nazi que necesitaba hacer salir de mí. Han sido años de documentación, de lectura, con nuevos viajes a Berlín y horas recorriendo el campo de Sachsenhausen. Años de investigación tras los que por fin, una noche, conseguí que me facilitaran la reseña a un nombre en los archivos de los memoriales del Holocausto. El nombre y apellidos de un muchacho, preso en el campo de concentración Sachsenhausen a los 18 años por un delito de homosexualidad y del que sólo conocía las siglas 'HANS S.'. Esa noche conocí su identidad: HANS SEIDEL.

Era mi protagonista.

El joven de los ojos de la fotografía que tanto me había impactado.

[Copia del documento original con los datos de ingreso

de 'Hans Seidel' al Campo de Sachsenhausen]

Obviamente, esta obra no trata sobre su historia real. Tampoco lo he pretendido. Pero sí homenajearle de alguna manera. Homenajear  a todos los colectivos que vieron privadas sus libertades fundamentales en uno de los períodos más infames de la Historia. Y en particular, a uno de los más duramente perseguidos y torturados como lo fue la comunidad homosexual. Los “triángulos rosas”.

Denunciar la falta de humanidad con la que aquellas personas fueron tratadas, las vejaciones a las que fueron sometidas y la deuda que la Historia siempre tendrá con ellos, supervivientes o víctimas de aquella época oscura.

'15.716' no es más que un texto sobre la imprescindible necesidad de sentirse libre. En todos y cada uno de sus amplios sentidos. Libre para vivir. Libre para sentir. Libre para expresarse. Libre para querer y amar sin etiquetas.​

Ahora sólo espero haber sabido cumplir con ello y que Hans, en alguna parte, esté orgulloso de lo que un día consciente o inconscientemente consiguió remover en mí con esa fotografía.   

 

Aquellos ojos grandes con los que, estoy seguro, supo transmitir la misma vida y libertad a cuantos pudieron conocerle.

«in memoriam»

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